CRÓNICA SARA FACIO
El sol y sus característicos colores empezaron a despedirse cuando llegué a la exposición fotográfica de Sara Facio, ubicada en Florida del partido de Vicente López. El lugar era perfecto, la casa rosa en el medio de la naturaleza, con grandes ventanales en las puertas que dejaban entrar las últimas caricias del sol y se escuchaban los cantos de los pajaritos por la reciente llegada de la primavera. El sonido de los pájaros se mezclaba con las charlas de los asistentes, creando un ambiente lleno de expectativa.
Al entrar, me sentí atrapada por el espacio tan acogedor de la casa y respiraba tranquilidad. La exposición de Sara era como ventanas a otros momentos históricos, capturando instantes congelados en el tiempo; cada imagen parecía contar una historia, invitándome a descubrirla. Fue asombroso cómo, a través de esas fotos me trasporte a otro lugar imaginando hogares con decoraciones antiguas, lugares que aún están allí y ahora lucen diferente. Podía casi escuchar los gritos y eufóricos momentos de esas imágenes de Perón, también momentos de amor y alegría.
Mientras recorría las imágenes, mis ojos se detenían en los detalles que hablaban por sí mismos. Entre las luces, sombras, texturas y el color blanco y negro de las fotografías junto con la que ingresaban por los ventanales, cada una cuenta un relato. Era como si cada foto supiera contar una historia. Estaban en el presente, pero llevaban consigo la memoria del pasado que perdurará en el futuro. De alguna forma, esas imágenes eran un eco de la vida, un puente entre el pasado y el mañana.
A medida que me sumergía en esta experiencia, no podía dejar de pensar en cómo una fotografía detiene el tiempo, un acto mágico que captura un instante fugaz y lo convierte en un recuerdo permanente. Logrado retener historias guardadas en papel.
Quizá desde el más allá son un recordatorio de que, aunque el tiempo siga su curso, hay pedazos de nuestra vida que pueden permanecer intactos, accesibles a través de una imagen y perdurar en el tiempo.
Alguien que no podía faltar, María Elena Wach, admiradora, cómplice, amiga, y compañera eterna de Sara no pudo faltar en esta exposición de fotos ya que ella eligió un espacio exclusivo para su propia historia. Cada imagen construye una historia de su vida juntas, acompañándose y haciendo lo que les gusta, aunque cada espectador ha de tener su propia interpretación.
Sin duda, disfruté cada momento de esta experiencia visual y me sentí inspirada y lista para hacer una crónica donde resalte lo mágico de las fotografías, contando historias que quizá vivan por siempre.
Comentarios
Publicar un comentario